¿Por qué lo que hacemos?
Tus ojos empiezan a empaparse en la idea de alcanzar aquello, y esperas… sin darte cuenta el deseo comienza a hundirse en las pupilas. Una sensación intensa de poder se hunde entre la piel. La cara poco a poco comienza a sudar las dudas, en sólo un momento ya se siente el hambre de poseer aquello que suele escapar entre los parpadeos. Las manos se vuelven armas que intentan avasallar lo ajeno. Pasan los segundos y bajo la piel te recorre esa excitante catarsis de miedo, que hace temblar el alma dejando al cuerpo libre y omnipotente. Ya no queda tiempo para consultar ¿está el hombre libre?..
Degollados una niña en el mar y un poco más allá un niño en el desierto. Ambos se pudren de letanía, cada uno por su lado, salvo las cabezas amontonadas en el principio. Vergüenza ha de darles por intentar seguir metiendo cabezas en el sepulcro, por seguir manoseando pelo tras pelo y dejar amontonado el pensamiento. Yo he de pensar con el vigor de mi sexo y la infinita Venus de tus piernas desoladas entre lo seco y lo húmedo, con el pecho y el ombligo sujetados en mis puños, con el codo y la rodilla en perfectos intervalos de letargos.
Aquello podrido se amontona a la intemperie entre huesos acariciados por el viento, abrazados por el agua, acogido en la tierra…
Hemos llegado cuerpo contra cuerpo!....
Jose Ernesto...