
Belleza Lasciva de ingenuos placeres,
virgen madre de los vicios carnales, tus
manos sedientas de orgías subliman los sentidos
delirantes de los hombres.
Ya no llores Drusilla, pues tu carne ha sido regalada
a la ficción paranoica de tus excesos.
Provocaste al injusto, sientiendo ese
carnal afecto que nublo tus razones y por ello
presa habías de caer y pagar en tu propia sangre.
Deleo
1 comentario:
adore este poema, tiene un ritmo curioso, sensitivo. En fin. Me lo llevó!
un beso!
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