heteronimia, el poder

El poeta bien se sabe, fingidor de olores bien escritos y que
del poder son pocos los que se atreven y muchos los que simulan decir algunas cosas con palabras decoradas que ocultan verdaderas intenciones, ellos son los asquerosos que chorrean hipocresía por la boca.
La verdad, uufff.. palabra en papeles y sanitarios.. pienso a veces que solo en demencia se disfruta y aquel loco que delira al mirar aquella sublime puesta ultima de las cosas, se la guarda egoístamente y se regocija por dentro riéndose de los entupidos autómatas que somos, y claro que tiene razón!, ¿para que seguir pegado a las realidades mundanas, la cotidianeidad asquerosa y la rutina que apolilla tus entrañas? Entre ellos se halla el poder, un poder que hace poco e observado minuciosamente de la puerta numero diez del psiquiatrico Müller.
Se juntan ahí los locos a razonar las diferentes verdades, las escriben, las gritan, las vomitan sobre nosotros. Pero el hombre soberbio de sus razones jamás subversivo de sus reflexiones pierde el reloj y por ende la hora de cuando fue en aquellos tiempos participe de la verdad, si no me creen pregúntele a un niño, el sabrá constestar.
Ya bien explique lo que poseen los locos y como se mofan de aquellas sucias verdades, en donde 2 + 2 es siempre 4… JA!, que hipocresía la nuestra, que manera de abstraerse del mundo que tenemos, creemos saberlo todo, incluso la palabra se ve ensuciada. Para que decir la moral!, la culpa, la compasión, el “pecado” que ficticias palabras hemos inventado. Felicito al creador que aun sigue clavado!
Nos roe un gusano por la conciencia, nos come lo vivo que nos queda, dejando esa ética cosmopolita que por supositorio no han metido. En fin el loco sabe de lo que hablo, ya que con dolor saco al gusano de la ambivalencia y ahora vive libre del tiempo y de las cosas…. Por ahora me contento en este mundo letristico donde aun no llega el supositorio…




Jose Ernesto Marti

jueves, 29 de mayo de 2008

Esquizofrenia sensorial


Trabajaba en ese maldito hospital de lunes a viernes, todos esos días eran iguales en la forma, pero se sentía diferente, se soportaba de distintas maneras, jamás hubo un día que no me enterara de lo que esos bastardos hacían, la intriga me circulaba como la sangre, y no había salida, siempre la convivencia bajo presión me saco de quicio, yo barría para el estupido dueño de este hospital y no tenia porque barrerles el camino a estos malditos locos que vomitan palabras por todos lados. Yo no hablaba con nadie en ese lugar, tampoco lo hice fuera.
En el hospital la gente pasaba en automático sin esperar ninguna ruptura en esa viscosa uniformidad con la que iban vestidos, lo único que daba ese toque espontáneo eran estos detestables genios que gritaban verdades por todos lados, pero siempre eran encerrados y aislados para que no molestaran al inerte entorno inmutable del día a día.
Al poco tiempo de nacer se dieron cuenta que no escuchaba por una de mis orejas, pienso a veces que alguien no dejo al destino que yo conociera el silencio en su estado mas puro, todavía busco al despreciable egoísta que metió su mano donde no debía, pero a cambio me dejo con ese gusto podrido de pensar en las posibilidades infinitas y las malditas quimeras que te persiguen hasta que te comen los gusanos. Yo no conversaba con los doctores, no los entendía, esos términos tan absolutos, y esas declaración de verdades altaneras sobre la mente, el cuerpo y los sueños, daba asco escuchar semejante gente recetando la mugre que comían en sus casas, por otro lado tampoco entendía ese lenguaje astuto y misterioso de esos fingidores encerrados, no habia que ser inteligente para saber que estaba solo en ese hospital y en todos lados, lo mas irónico era estar al medio de la insensatez y viendo como la ambivalencia me iba devorando la identidad.
Así descubrí que ya no era yo, si no dos yo muy alejados y unidos en un mismo cuerpo reacio de la realidad. Asumí esta forma de vivir en dos polos, sin carga positiva o negativa bien definida, teniendo presente siempre, que tenia que buscar una solución a este asunto. Un día pensé que quizás la solución era extirpar ese mal con el que había nacido, mi audición tendría que ser la salida a esta demencia, no pasaron segundos en el reloj de la pared de enfrente, cuando descubrí que ese silencio con el que se nace había sido manoseado para siempre, me sentía fétido y hundido en lo mas profundo de lo que me rodeaba, y aunque lograra salir de ahí ese repugnante olor nunca saldría de mi cabeza.
De acuerdo a esto debería ser un depresivo maniático impulsivo en busca de una salida a mi dualidad insoportable, llegando casi a la cima inteligible de reducir todo a la incomprensión absoluta de donde circulo, pero en vez de matarme, que parece lo mas lógico a todo esto, le encontré el sabor a esta ambivalencia traidora, que parecía tener una cierta tendencia sodomita sobre mi, pero que a la vez me entrega dos identidades por falta de una, no era necesario que fuera un gran consumista post moderno para saber que no puedo rechazar una oferta de 2x1, y así fue como me vendí, muy parecido a una puta enardecida que ha logrado follar por millones y no por pesos, sabiendo siempre que el tiempo se lleva la plata y no los clientes. Yo estaba en la etapa donde aun no me han pagado por follar, si no que, sentía como follaba y me iba sumergiendo en esa supuesta felicidad sensorial, en el delirio e ilusa manera de negar y presentarse frente a todos. No necesitaba a nadie y nadie me necesitaba a mi, había encontrado la manera de sacar la conformidad de los bastardos que me rodeaban, y encontrar mi propia abertura en este mundano edén de ciencia ficción, que cuando chico lo mamas igual que la puta del barrio, pero la diferencia es que tu siempre te sientes sarnoso y la envidia a la pureza de las prostitutas te corroe las entrañas, y solo ahora que logras entender lo que se siente, pareces poder vivir contigo mismo....
Jose Ernesto Marti

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