heteronimia, el poder

El poeta bien se sabe, fingidor de olores bien escritos y que
del poder son pocos los que se atreven y muchos los que simulan decir algunas cosas con palabras decoradas que ocultan verdaderas intenciones, ellos son los asquerosos que chorrean hipocresía por la boca.
La verdad, uufff.. palabra en papeles y sanitarios.. pienso a veces que solo en demencia se disfruta y aquel loco que delira al mirar aquella sublime puesta ultima de las cosas, se la guarda egoístamente y se regocija por dentro riéndose de los entupidos autómatas que somos, y claro que tiene razón!, ¿para que seguir pegado a las realidades mundanas, la cotidianeidad asquerosa y la rutina que apolilla tus entrañas? Entre ellos se halla el poder, un poder que hace poco e observado minuciosamente de la puerta numero diez del psiquiatrico Müller.
Se juntan ahí los locos a razonar las diferentes verdades, las escriben, las gritan, las vomitan sobre nosotros. Pero el hombre soberbio de sus razones jamás subversivo de sus reflexiones pierde el reloj y por ende la hora de cuando fue en aquellos tiempos participe de la verdad, si no me creen pregúntele a un niño, el sabrá constestar.
Ya bien explique lo que poseen los locos y como se mofan de aquellas sucias verdades, en donde 2 + 2 es siempre 4… JA!, que hipocresía la nuestra, que manera de abstraerse del mundo que tenemos, creemos saberlo todo, incluso la palabra se ve ensuciada. Para que decir la moral!, la culpa, la compasión, el “pecado” que ficticias palabras hemos inventado. Felicito al creador que aun sigue clavado!
Nos roe un gusano por la conciencia, nos come lo vivo que nos queda, dejando esa ética cosmopolita que por supositorio no han metido. En fin el loco sabe de lo que hablo, ya que con dolor saco al gusano de la ambivalencia y ahora vive libre del tiempo y de las cosas…. Por ahora me contento en este mundo letristico donde aun no llega el supositorio…




Jose Ernesto Marti

jueves, 10 de julio de 2008

HUELE a MIERDA en la CIUDAD



El letargo de los cuerpos sobre una calzada gastada por la mierda de todos

son las calles de santiago llenas de apariencias en las esquinas y los paraderos



¡están ahí eternos oyentes!

los postes, los semáforos, los árboles y el borracho de la plaza,

cada uno con su propia verdad, cada verdad mas sabia que la otra

cada sabiduría más ignorada por los ojos



huele a mierda en los espacios y tu espacio

huele a soledad que se mezcla en el primer sorbo de la mañana


huele a mierda en tu piel y lo que tocas

huele a olvido y memorias arañadas del amanecer


huele a mierda tus palabras, perfectos artefactos de pilas


olores del camino sin retorno


olores a gritos, angustias y muertes


olores de los actores en las noches citadinas



hedores de mierda que salen de las maletas, las camisas y los trajes

en una ciudad condenada a transitar en la sensación podrida

de las ficciones



la vieja casa que aúlla en las noches

los edificios emparejados a luz de la luna

los más bello fue cuando esperaron los asientos y el rocío,

eternos amantes de los amaneceres grises







Jose Ernesto

2 comentarios:

Diego dijo...

Felipe, utilizo este espacio para comentar el texto que encabeza tu blog. No he hallado otro lugar, y necesito hacerlo.
Claro, extraña conjunción esa del loco y la verdad. Ayer pensaba lo siguiente. ¿Qué es un loco? Alguien que está fuera de sí, que no se "haya", que no se concierne. Alguien que ha perdido la razón es alguien que ha perdido la cordura, el buen juicio, el sentido común. No se habita. Se es ajeno (de hecho, se dice: es un en-ajenado). Pero siempre me ha parecido que esta aproximación al tema de la locura es insuficiente. Pues, ¿no es cierto que el matemático, en tanto matemático, habita también una región absolutamente no-humana? Claro, habita la región matemática, que por definicón excluye cualquier tipo de esbozo subjetivo. Ambos, el loco y el matemático (o cualquier persona que aspire a la "universalidad"), están deshabitados por dentro. ¿Qué es lo que los hace tan distintos? Parece que el "lugar" al cual emigran. El matemático se proyecta a una zona ideal a la que le es ajena cualquier tipo de turbulencia. Al matemático (al universalista) le parece que su existencia en tanto subjetividad es turbulenta, parcial, fragmentaria. Sueña con recuperarse en la estabilidad del sentido universal. Muy por el contrario, el loco tiende al Hoyo. Vale decir, al sin -sentido radical. Al cortocircuito (ello me hace estar en desacuerdo contigo: en el loco no hay ninguna verdad: él no esconde ningún secreto: habita el Hoyo, lo inhabitable). Y no es casualidad que asociemos el Hoyo con el Culo, pues en ambos lugares se despositan los desperdicios (de la realidad, en un caso; del cuerpo, en el otro).
ADios!
Un abrazo grande
Nos vemos el lunes, no?

Diego dijo...

6:30 salida metro bellas artes