
La proyección, ese apetito mundano sobrevalorado de imágenes que torturan la mente, no es si no, una enfermedad creadora de figuras elevadas, propio de un ser tan soberbio como el ser humano.
La altanería del hombre no descansa, esta condenado a sofocarse en su arrogancia.
El hombre desmaya en sus anhelos, y se pierde a si mismo en su ambición, sabiendo que solo hay dos puertas al final de los afanes. Pero no importa la puerta escogida, la desesperación de alcanzar algo no abandona la raíz humana de las acciones, sólo al escoger la puerta que lleva a la agonía hace al hombre detenerse en el tiempo, condenándolo a una eterna contradicción interna, deberá vivir de la muerte de ese mundo sobrevalorado.
Es de esta manera como el fracaso es un puñal, que apropósito ha sido mal dirigido, es aquella cicatriz elevada mas allá de la muerte (un disparo en la cabeza no borrara la desesperación por haber querido ser alguien mas). Los pensamientos roen en lo más profundo del alma, ahí fluye la desesperación clavada a la relación del cuerpo con el alma. Es entonces la frustración una eterna consciencia, una eterna desesperación, en donde la llamada “depresión”, es solo un truco, otra altanería del hombre por pretender controlar a aquellos que han fallado. La depresión no es otra cosa, que el eterno intento de hombre por tratar de tocar las cosas, de hacerlas tangibles, de convertir la desesperación en algo diagnosticable, sabiendo desesperar no es una enfermedad, si no algo inherente del ser humano, algo que no se puede extirpar, y que esta ahí, para decirte que eres un soberbio asqueroso por pretender las estrellas, sin siquiera usar una escalera.
“La desesperación es la desesperación de no poder incluso morir…. Es morir la muerte…. En la desesperación el morir se transforma continuamente en vida, quien desespera no puede morir”
Kierkegaard
1 comentario:
Hay dias que no aguato tus ideas sobre el alma, a veces pienso que vomitare un dia de estos sobre todo lo que escribes...
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